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Canarias Canarias

El Archipiélago de Canarias está constituido por 7 islas mayores y 6 islas o islotes de reducida dimensión. La superficie total del archipiélago es de 7 492 km2, siendo la isla habitada más pequeña, la Graciosa (29 km2) y la de mayor extensión, Tenerife (2 034 km2), seguida de Fuerteventura (1 655 Km2) y Gran Canaria (1 560 Km2). Sólo dos islas (Tenerife y La Palma) superan los 2 000 metros de altitud, correspondiendo la mayor elevación al Teide con 3 718 m, siendo éste el pico más elevado de España.

 
 
Las Islas Canarias tienen actualmente una población de unos 2.188.519 habitantes (Instituto Canario de Estadística, 2010), siendo las más pobladas Tenerife (906.854 habitantes), Gran Canaria (845.676 habitantes) y Lanzarote (141.437 habitantes). La isla menos poblada es el Hierro con 10.960  habitantes.
 
Las islas Canarias, en su porción subaérea, están conformadas por un apilamiento de coladas de lava y piroclastos, con algunas intercalaciones de depósitos sedimentarios. Todo el conjunto está atravesado por una red de diques (antiguos conductos de ascenso del magma) de densidad variable de unas zonas a otras.
 
En cuanto a la edad geológica de las islas, la más antigua es Fuerteventura con 20,5 millones de años, seguida de Lanzarote y Gran Canaria con 15,5 y 14,5 millones de años, respectivamente. De las islas mayores, la más joven es El Hierro con 0,8 millones de años.
 
Por lo general, la estructura geológica de las islas suele responder al siguiente modelo: en la base, el denominado Complejo Basal, que no aflora en todas las islas y que representa el estadio de crecimiento submarino. Sobre este complejo se apila un grueso paquete de materiales volcánicos diversos, nombrados genéricamente como Basaltos Antiguos, aunque su edad varía de unas islas a otras. Finalmente, se disponen las Formaciones Superiores, más recientes, de composición más variable y de menor potencia, en comparación con las anteriores.
 
El comportamiento hidrogeológico de esta secuencia es extremadamente variable, en función, no sólo, de su composición y estructura original, sino también de su edad y grado de fracturación. Así, podemos encontrar desde lavas escoriáceas recientes, con una permeabilidad muy alta, hasta formaciones prácticamente impermeables (Ej: Complejos Basales, mortalones en los valles de deslizamiento -debris avalanches-, etc.). Todo ello condiciona que el acuífero sea extremadamente heterogéneo y anisótropo. 
El modelo conceptual del flujo en las islas es sencillo. El sistema recibe agua por infiltración de lluvia y retorno de riegos y la pierde por salida subterránea al mar y extracción por pozos y galerías. El déficit, caso de que lo haya, se cubre por captura de agua de reservas y el consiguiente descenso de niveles.
El esquema de flujo en el acuífero es más complejo y está condicionado, fundamentalmente, por la configuración geoestructural del subsuelo.
 
 
 
El clima de Canarias, aparte de por su posición geográfica (subtropical oceánica), está condicionado por una serie de factores, según la altitud y orientación, como son la compleja orografía, los vientos alisios y su estratificación en capas, la proximidad al continente africano, frente al Sáhara, y la corriente fría de Canarias. Todo ello se traduce en general, en temperaturas suaves y estables y en la existencia de numerosos microclimas.
 
Las precipitaciones en Canarias son irregulares, aunque más intensas en los meses de invierno. Las islas más cercanas al continente africano, como Lanzarote y Fuerteventura, que no superan los 850 m de altitud, y en general las áreas costeras y las medianías orientadas al sur, soportan un clima mucho más árido con unas precipitaciones medias normalmente inferiores a los 150 mm. En las islas más occidentales, especialmente en las de mayor altura y, fundamentalmente en sus vertientes orientadas al norte, la precipitación media anual puede superar los 700 mm. Para el caso de Tenerife y Gran Canaria, las islas más pobladas del archipiélago, la pluviometría media anual es de 425 y 300 mm, respectivamente. Destaca la isla de La Palma por ser la de mayor pluviometría anual con 740 mm.
 
La evapotranspiración también condiciona fuertemente las disponibilidades hídricas de las islas, hasta el punto de alcanzar el 90% de las precipitaciones en islas como Lanzarote y Fuerteventura. Por término medio, la evapotranspiración del archipiélago se situa en el 70% de las precipitaciones medias anuales, lo que coincide con los datos de las islas centrales (Tenerife 70% y Gran Canaria, 65%).
 
Dada la escasa cuantía e intensidad de las precipitaciones y la elevada permeabilidad de la cobertura, la escorrentía superficial sólo es significativa en islas como La Gomera y Gran Canaria, siendo en esta última donde se obtiene el mayor valor medio, con 75 Hm3/año. En el caso de Tenerife, la escorrentía superficial es de 20 Hm3/año y en Lanzarote, el caso más extremo, 3,5 Hm3/año.
 
Las tasas de recarga acuífera, estimadas en porcentaje respecto a las precipitaciones descontando la evapotranspiración, escorrentía superficial y descarga subterránea al mar, varían entre el 0,1% de Lanzarote hasta el 18,3% de Tenerife. Mientras, Gran Canaria es un ejemplo de situación intermedia con un 10,1% de tasa de recarga acuífera.